domingo, 13 de abril de 2014

Renacimiento científico

En el Renacimiento también evolucionaron las ideas científicas. No se produce una evolución continua ni sistemática, más bien es un avance a saltos, guiado en el fondo por un espíritu de rebeldía contra lo establecido.
Siguiendo la teoría de Ptolomeo (s. II), se había pensado, hasta este momento, que la Tierra era el centro del Universo (geocentrismo): las estrellas, el Sol, la Luna y los planetas giraban en torno a ella. 
Nicolás Copérnico (1473-1543), natural de Polonia, propuso la teoría del heliocentrismo. Afirmaba que el Sol era el centro del Universo y que la Tierra, y los demás planetas, giraban a su alrededor. No obstante, sus ideas (ahora más que conocidas y demostradas) tardaron mucho tiempo en ser aceptadas; incluso encontró oposición entre católicos y protestantes. Has de saber que las concepciones científicas estuvieron siempre muy unidas a las religiosas y formular una teoría diferente a lo conocido era considerado casi (o sin casi) como una herejía, es decir, la negación de un dogma, que es una verdad que todo el mundo debe creer y aceptar sin exigir demostración alguna.
Galileo Galilei (1564-1642) nació en Pisa (Italia). Se interesó por la caía de los cuerpos en el vacío; hacía experimentos desde la torre inclinada de Pisa. Planteó varias hipótesis científicas. Pero lo más representativo de su obra fue la invención del telescopio (Venecia, 1609), con el que empezó a estudiar los astros.
Con él hizo observaciones sobre la Luna, descubrió los satélites de Júpiter, el anillo de Saturno, la rotación del Sol sobre su eje y sus manchas, las fases de Venus... Todos estos descubrimientos ratificaban la teoría de Copérnico. La afirmación de que la Tierra se mueve iba en contra de los relatos bíblicos sobre el origen del mundo, interpretados literalmente. Galileo descarta esa interpretación literal y opina que la Biblia (cuyo planteamiento es religioso) no puede sustituir a la ciencia. En 1616 se censuró el libro de Copérnico y a Galileo se le prohibió enseñar la doctrina copernicana. Años más tarde (1632) publicó una obra en la que exponía sus hipótesis, acordes con las de Copérnico, por lo que fue llevado ante el tribunal de la Inquisición, quien le obligó a renegar de su doctrina, si no quería ser condenado. Su juramento es famoso: "Juro que la Tierra no se mueve...", y por lo bajo añadiö: "Y sin embargo, se mueve".
En el estudio del cuerpo humano también se produjeron avances. Andrés Vesalio, de Flandes, impulsó el conocimiento de la anatomía. Realizaba sus observaciones diseccionando cadáveres.
Miguel Servet (1511-1553). Médico y teólogo aragonés, aunque no está claro su lugar de nacimiento. Estudió derecho en Toulouse (Francia), donde también descubrió su vocación teológica. Mantuvo contacto con teólogos italianos y alemanes, tanto católicos como protestantes. En Francia se inició y perfeccionó en el estudio de la medicina; en alguna de sus publicaciones atacó a la medicina tradicional. Conoció personalmente a Calvino, con quien discutió sobre materia de teología; entre ellos surgió una gran enemistad. En una de sus obras expuso su idea de la Santísima Trinidad. Cuando el tratado llegó a manos de Calvino, éste le persiguió y le denunció ante el gran inquisidor de Lyon; fue juzgado y quemado vivo cerca de Ginebra. Su aportación a la medicina fue el descubrimiento de la circulación menor, esto es, la circulación pulmonar.

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