martes, 25 de febrero de 2014

La guerra civil en Castilla. Los Trastámaras

El mayor de los hijos engendrados por la amante de Alfonso XI, doña Leonor de Guzmán, era Enrique de Trastámara. Apoyado por una facción nobiliaria que quería sacar pesca del río revuelto, el bastardo disputó el trono a su hermanastro Pedro I, e inmediatamente la volátil  Castilla se escindió en una guerra civil, otra. En cierto modo, y reduciendo las cosas a sus debidas proporciones, esta guerra puede considerarse un episodio de la guerra de los Cien Años que disputaban Francia e Inglaterra.

En un principio, Pedro, con ayuda de las tropas inglesas del Príncipe Negro, logró derrotar a Enrique, que a su vez contaba con el auxilio de los franceses, pero al final el bastardo ganó la partida y asesinó a Pedro en una emboscada que le preparó en su tienda, frente al castillo de Montiel. El escéptico lector hará bien en no conceder demasiado crédito a la versión que sostiene que los dos hermanos se enzarzaron en agria disputa y que cuando rodaron por el suelo, daga en mano, Pedro encima de su enemigo en posición aventajada, Beltrán Duguesclín, el jefe de los mercenarios franceses que apoyaban a Enrique, lo sostuvo para que el otro lo apuñalara mientras se justificaba ante la historia diciendo: "Ni quito ni pongo rey: sólo ayudo a mi señor."

El bastardo usurpador, ya instalado en el trono, sobornó a la nobleza con dádivas y privilegios, por eso lo llamaron «el de las Mercedes». A los Trastámara de la dinastía que él inaugura nunca se les desprendió el tufillo de usurpadores. Por eso, psicológicamente, compensaban su ilegitimidad alardeando de escudo de armas o logotipo, pues pusieron de moda la heráldica decorativa. Un hijo y sucesor de Enrique el de las Mercedes, Juan I, reclamó Portugal por derecho de boda y fue derrotado por los portugueses en Aljubarrota, la batalha por excelencia de la historia lusa y símbolo de su independencia frente a España.
 ESLAVA GALÁN, Juan, Historia de España contada para excépticos, Barcelona, Editorial Planeta
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Y luego que allí llegó el rey don Pedro, y le detuvieron en la posada de mosén Beltrán -Bertrand du Guesclin-, como dicho habemos, súpolo el rey don Enrique, que estaba ya apercibido y armado de todas sus armas, y el bacinete en la cabeza, esperando este hecho. Y vino allí armado, y entró en la posada de mosén Beltrán. Y así como llegó el rey don Enrique, trabó del rey don Pedro. Y él no le conocía, pues había gran tiempo que no le había visto. Y dicen que le dijo un caballero de los de mosén Beltrán: "Catad que éste es vuestro enemigo". Y el rey don Enrique aún dudaba si era él. Y dicen que dijo el rey don Pedro dos veces: "Yo soy, yo soy". Y entonces el rey don Enrique conocióle, e hirióle con una daga por la cara. Y dicen que ambos a dos, el rey don Pedro y el rey don Enrique cayeron en tierra, y el rey don Enrique le hirió estando en tierra de otras heridas. Y allí murió el rey don Pedro a veinte y tres días de marzo de este dicho año -1369-. Y fue luego hecho gran ruido por el real, una vez diciendo que se era ido el rey don Pedro del castillo de Montiel, y luego otra vez en como era muerto.

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