jueves, 24 de octubre de 2013

Renacimiento Carolingio

Carlomagno se interesó por la cultura y durante su gobierno se produjo el llamado Renacimiento Carolingio. Carlomagno quería recuperar la grandeza de la antigua Roma y por ello mandó edificar en Aquisgrán un gran palacio. Él mismo se había hecho coronar emperador en Roma por el Papa y quería hacer un edificio imponente que recordara su poder (En la parte superior del deambulatorio aún se encuentra el Trono de Carlomagno, desde el que presidía el emperador las ceremonias).
Trono de CarlomagnoCapilla Palatina de Aquisgrán
Carlomagno convirtió Aquisgrán en uno de los mayores centros culturales del imperio, apoyándose siempre en hombres de iglesia de magnífica preparación intelectual, como el anglosajón Alcuino de York.
 
Sin embargo, la escasez de personas capaces de leer y escribir durante el siglo VIII en Europa Occidental provocaba problemas a los gobernantes carolingios a lo que costaba encontrar escribas para su corte. Más preocupante, si cabe, para los carolingios era que no todos los sacerdotes de sus parroquias eran capaces de leer la Biblia. Además, el latín vulgar del Imperio Romano de Occidente había comenzado a convertirse en dialectos regionales, los precursores de las lenguas latinas de hoy en día. Estas diferencias geográficas empezaban a dificultar el entendimiento entre los eruditos de las diferentes partes de Europa.
 


Aunque Carlomagno no sabía escribir (trató de aprender durante su vejez, aunque sus esfuerzos dieron poco fruto) y no se puede asegurar que fuera capaz de leer, entendía el valor de la alfabetización y de una caligrafía uniforme para gobernar su imperio. Para intentar solucionar estos problemas, Carlomagno ordenó la creación de escuelas. De esta manera, se crearon escuelas monacales, escuelas catedralicias o episcopales y una gran escuela palatina. Se comenzó por crear un currículum de estudios unificado para las nuevas escuelas. Alcuino de York, que estaba al mando de esta reforma educativa, lideró el esfuerzo de escribir los libros de texto, la creación de las listas de palabras y establecer el trivium (gramática, retórica y lógica) y el quadrivium(geometría, aritmética, astronomía y música) para la educación más básica.
El mayor esfuerzo de este proceso cultural se centró en la producción de libros. Las bibliotecas se enriquecieron con numerosas copias de libros que procedían de Irlanda, Italia y España. La mayoría de los monasterios de la época contaban con scriptoriums donde copiaban manuscritos. Su labor no se limitaba sólo a la copia de textos, también se intentaba corregir los errores que se podían haber introducido después de años de copias. Copiar no era fácil: la iluminación era pobre, las manos de los monjes estaban agarrotadas por el frio y tampoco existía un lenguaje erudito estándar. No sólo se copiaron libros de los grandes padres de la iglesia, sino también de la antigüedad clásica como Cicerón, Plinio, Tito Livio, etc.
Paralelamente, se creó una caligrafía de letras pequeñas, redondeadas y separadas entre sí, que facilitaba enormemente la copia, la difusión y la lectura de estos libros. Es la llamada letra carolingia.

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